“Por espíritu de empresa se entiende la habilidad de la persona
para transformar las ideas en actos. Está relacionado con la creatividad, la innovación y la asunción de riesgos, así como con la habilidad
para planificar y gestionar proyectos con el fin de alcanzar objetivos.
En esta competencia se apoyan todas las personas en la vida cotidiana,
en casa y en la sociedad (los asalariados al ser conscientes del contexto en el que se desarrolla su trabajo y ser capaces de aprovechar las
oportunidades), y es el cimiento de otras capacidades y conocimientos
más específicos que precisan los empresarios al establecer una actividad social o comercial”.